A veces, en algunas tiendas tienen pastillas de arcillas acumuladas desde el siglo pasado, y no te das cuenta de que son viejas hasta que llegas a casa y las abres. ¿Cómo recuperarlas?
En la mayoría de los casos, el truco está en amasar, y amasar. A veces ésto puede resultar difícil, si la masilla está realmente muy dura, o se desmenuza. Hay algunos truquitos que pueden ayudar:
- utilizar la máquina de pasta para acondicionar. Hay que tener en cuenta que si la pastilla está realmente dura, ésto puede llegar a dañar los rodillos de nuestra laminadora. Otra posibilidad es usar una picadora o un molinillo de café eléctrico. Por supuesto, si nos decidimos por esta opción, este electrodoméstico no deberá volver a usarse para preparar alimentos. Podemos añadir si queremos una gotita de aceite o masilla liquida
- comprar ablandador en la tienda de manualidades, y mezclarlo con el fimo para ablandarlo. La marca FIMO dispone de uno llamado 'mix-quick'. En su defecto, unas gotas de masilla líquida también pueden servir.
- mezclar poquito a poco la pastilla con otra pastilla (del mismo color, o distinto), que esté blandita.
- colocar la pastilla un rato sobre el radiador, o darle un poquito con el secador de pelo, para calentarla y que resulte más fácil de amasar (ojo, no calentar demasiado, o se cocerá!)
- en último caso, si no podéis conseguir ablandador, y no lo podéis amasar de ninguna manera, meterlo en una bolsita de plástico con un par de gotitas de aceite (¡no demasiado, o quedará pastoso!), y amasarlo dentro de la bolsita.
Si nos pasamos de aceite con ponerla un rato entre dos folios bastara para absorber el exceso.
¿Como sabemos que esta bien acondicionada? Cuando somos capaces de doblarla y no se rompe por el pliegue.
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